Las conversaciones entre Borges y Osvaldo Ferrari, recogidas en el libro Diálogos (terrible la portada de mi manoseada copia de Seix Barral fechada en 1992) son un pozo sin fondo de borgianismo al que volver una y otra vez a llenar el cubo. En el capitulo 4 (Como nace y se hace un texto de Borges), Ferrari pregunta al argentino por el proceso de su escritura; como comienza un poema, un cuento. Borges dice:
Empieza por una suerte de revelación. Pero uso esa palabra de modo modesto, no ambicioso. Es decir, de pronto se que va a ocurrir algo y eso que va a ocurrir puede ser, en el caso de un cuento, el principio y el fin… Pero luego tengo que descubrir, mediante mis muy limitados medios, que sucede entre el principio y el fin.
Borges no es el único autor que se refiere a la idea de un cuento (o atrevámonos a decir la inspiración de un cuento) como algo externo a si mismo, en vez de como algo que se origina en el propio escritor. Y al desarrollo de esa idea como un «descubrimiento» de algo preexistente, en vez de fabricado por su autor. Dice Borges:
…algo me es dado, y luego ya intervengo yo, y quizá se echa todo a perder.
Viene inmediatamente a la cabeza el táctil símil de Stephen King en Mientras escribo: la historia como un fósil que el escritor descubre en principio como un esbozo, y luego va destapando cuidadosamente a golpe de cincel y pincel, adivinando pero sin la certidumbre de que es lo que se va a encontrar. Anne Lamott en Pájaro a Pájaro explica como ve su rol de escritora en relación al argumento de la historia:
Me imagino los personajes, y sueño despierta con ellos. Una película empieza en mi cabeza… Entonces hago el trabajo manual de ponerlo en el papel, por que soy la mecanógrafa a la que ha sido encomendada esa misión, y también porque soy la persona que tiene el trabajo de aguantar la linterna mientras el niño excava. Que excava el niño? Cosas. Detalles y claves e imágenes, invención, ideas nuevas, un entendimiento intuitivo de las personas. Ya te digo, el que aguanta la linterna la mitad del tiempo ni sabe lo que esta excavando el niño –pero reconoce el oro cuando lo ve.
En la misma linea, para Borges construir un cuento, fabular, es mentir sin que nadie se de cuenta, pero sobre todo:
… sin que yo mismo me de cuenta, ya que es necesario que el escritor que escribe una fábula –por fantástica que sea– crea, por el momento, en la realidad de la fábula.
Chuck Palahniuk ha desarrollado en varias ocasiones este concepto del escritor como lector del propio cuento. Dice:
Sorpréndete. Si puedes llevar la historia –o dejar que te lleve– a un lugar que te asombra, entonces puedes sorprender a tu lector.
En la manera de ejercitar esta sorpresa, de dejar que la historia cobre forma por si misma, Palahniuk se aproxima mucho a esa idea de aguantar la linterna de Lamott.
Permítete pasar tiempo con No Saber… Cuánto mas tiempo dejes que una historia coja forma mejor; mejor será esa forma al final. No te apresures o fuerces el final de una historia o libro. Todo lo que tienes que saber es la próxima escena… No tienes que saber lo que pasa en todo momento hasta el final, si lo sabes va a ser un aburrimiento mortal ejecutarla.
Como ha recordado Elizabeth Gilbert en su famosa charla de TED, ésta era la visión que, sin darle mayor transcendencia, se tenia en la época clásica de la creatividad. Los poetas invocaban las musas para que les contaran las historias que habrían de escribir. Así empieza Homero (o los hombres que se llamaron Homero) la Odisea:
Cuéntame, Musa, la historia del hombre de muchos senderos que, después de destruir la sacra ciudad de Troya, anduvo peregrinando larguísimo tiempo.
Por supuesto el ejemplo mas famoso de fábula cuya inspiración surge íntegramente fuera del escritor es la Biblia. Curiosamente es un ejemplo que no se ve mencionado en las discusiones de técnicas narrativas que uno encuentra sobre estos temas. La Biblia… el libro de libros que quiere la tradición fue dictado a sus escribientes por Dios. Literalmente, la palabra de Dios. ¿No es este concepto exactamente el mismo que el que enuncia Borges, a quien el cuento le llega como una revelación? ¿No es King desenterrando sus fósiles el mismo Moises grabando en piedra la voz que le habló desde el rosal en llamas? Desde esta perspectiva, la ambición de la Biblia de que todo lo que cuenta representa la verdad, es de una lógica aplastante. Si las historias son entes ajenos a los que las cuentan, si viven una vida independiente de las personas, eso quiere decir que existen en una realidad externa al individuo. Que por tanto toda ficción, por su propia naturaleza, es verdadera. Y que es la distinción entre verdad y mentira la única quimera.
tati videla says
febrero 2, 2021 at 10:16 pmme encanta jorge luis borges, me encantan sus historias y poemas.